Cristina no parece hábil en lo que el parlamento debiera volver hábil a cualquiera que lo habite: el diáologo, el debate, la mesa larga de boliche donde -a medianoche- la cuenta se paga a la romana. Ella, no obstante, se para sobre el costado mas débil del gobierno, esto es: la institucionalidad. No estaría mal apuntar que sus intervenciones (Consejo de la Magistratura, reglamentación de los Decretos de Necesidad y Urgencia) han sido, políticamente, escandalosas, ruidosas, taco aguja en un bazar. Preocupada ella por fortalecer lo débil de un gobierno cuyas glorias republicanas son, fueron, pequeñas esquirlas de un tiro, sí, pa'l lado de la justicia pero, pero, de tan aisladas no lograron mas que el efecto nocivo de una excepción política: lejos de armar un sistema conforman una pantalla a algo mas oscuro. Bueno, esa es una posible lectura mas no la que anima mi fe. Yo creo que se acabó el relato del gradualismo social. Ahora, la "profundización del cambio", se basa en lo que sí -en términos de "agenda"- quedó pendiente desde el decembrismo, desde el pre-decembrismo, desde la agonía radical: el sistema político, que no es mas que la representación, que no es mas que los partidos, que no es mas que la conformación de una clase política, que no es mas que el sentido central de la conformación de un orden democrático. Hombres preocupados por la cosa pública. Y mujeres, sí, sí.
Cristina se para sobre ese costado débil, y eso parece decir dos cosas: 1) se inicia la era demócrata en el mundo (ay, cuánto dolor en sentir que eso va a ser mejor), 2) es el fin de un discurso elípticamente anti-capitalista que -esa es la diferencia con la derecha- hizo del capitalismo una pulsión oscura que no existe en el relato. Toda la clase política debería decir: ok, vivimos en un mundo capitalista y esto va a ser así hasta la agonía de nuestros días, el capitalismo es la forma terminal del mundo, después de él no habrá nada (o un paraíso ambientalista).
El gesto canchero del kirchnerismo frente al chavismo (el discurso anti-capitalista mas vital de hoy) es: no le tengan miedo a Chávez, hay que entender su juego. ¿Y qué es lo que sí desde acá entendemos?: que es peronista, que golpea y negocia, que guiña el ojo, etc., pero que "cierra". Uno ya podría decir: en los países con "izquierdas modernas" como Brasil, Chile y Uruguay, hay un malestar -digamos- cultural frente al chavismo, el chavismo es la negación populista de la historia.
Cristina parece ser nuestra llegada a esa modernidad (de izquierda), o así nos lo venden sus giras parisinas, su gesto en la OIT. No está mal tácticamente, pero al ser mentirosa esa opción... Lo que el kirchnerismo no puede soportar es: hay un "otro" que merece ser representado. Lo que llaman populismo es, quizás, la ruptura de ese equilibrio democratizante en el cual cabrían dos fuerzas (ambas populares, ambas policlasistas entonces) que intercambian el bastón. Esto, desde Alfonsín hasta Chacho, pero esto está también en el corazón kirchnerista: su contradicción anida en esas dos "modernidades" que parecieran no resistirse mutuamente, digo: la de la "inclusión social", por llamarla buenamente, y la de la "democracia de dos partidos de centro", en cuyo eje late una rigurosidad institucional que tallará políticas de estado (ah, la inercia que nos lleva al paraíso).
El kirchnerismo, en sus capítulos, es la fe en las dos cosas. Pero gobernó mas preocupado, al menos explícitamente (lo que es mucho mas que lo que hubo, no jodamos), en la primera. Pero, de nuevo: es la fe en las dos cosas. Y no perder esa dualidad (aunque ahora venga un segundo gobierno que ponga el foco mas en la relegada) le dará sustentabilidad, hegemonía y partido único.
A esos tres principios apostamos para nuestro capitalismo del siglo XXI.
Mestizo: Messi + Riquelme.
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