sábado, abril 17, 2010

Escribir sobre fútbol tiene siempre la sombra de un prejuicio: sonar menotti-subiela-benedettista, o sociólogo de barrio, poeta que tiene en mente un "penal mítico", pero bueno, ¿qué pibe no hizo ingreso a la conversación pública con la pelota bajo el brazo? Sí, ya sé, muchos. Bien. Entiendo que el tono o la soberbia habitual con la que encubrimos nuestra ignorancia tiene en el fútbol una cita a ciegas. Voy medio cagado. Pero es el año del mundial, y el "secuestro de los goles" terminó por hacer mierda las fronteras. Pero es algo cortito: después de la conferencia de prensa de ayer, después del "la tenés adentro" a lo Riquelme, o sea, cuando le dijo a un canalla algo así como "che, de fútbol ni hablemos, ¿no?", el círculo cierra aún más. Pedir por él en la selección ya es ocioso. Lo que sí: dejo sentado que mi admiración es total. Y es definitivamente sobre alguien que me chupa un huevo saber si "tiene todos los códigos", sólo se nota que conoce de cerca el mundo de la negociación: como cuando negoció la "libertad" de su hermano en el horrible 2002, tras un secuestro extorsivo (una negociación exitosa). Le faltó un poco de grandeza el otro día, sí, le faltó completar con un abrazo de caballero haberle dejado la pelota delante del arco. Es cierto. Pero bueno, cada vez que veo a los Caruso, a todos esos tipos que hacen de Maradona, que hablan de códigos, de conspiraciones, que dejan puntos suspensivos, que piden "¡traeme un solo jugador que hable mal de mí!", más me gusta Riquelme y lo que pide: ¿por qué tenemos que ser amigos?. Más allá de todos los comentarios, las versiones, las negociaciones, y el efecto negativo sobre el plantel, hay algo en Riquelme, como lo hubo en Marcelo Bielsa, que me resulta creíble. Alguien que está dispuesto a que no le rompan más las pelotas. Riquelme también podrá despedirse diciendo la pelota no se mancha. Toda su trayectoria en Boca fue conflictiva. Un flaco esquelético y tímido y sumiso que venía de la Carpita de Villa Libertad, ¿dónde perdió la inocencia? Toda la vida Román debe haber sido igual: jodido, caprichoso y celoso, obsesivo como todo perfeccionista. Nunca es tan buen compañero el que hace lo suyo a la perfección.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

es así.El tipo es sincero, va de frente, dice ¿por qué tenemos que ser amigos?, a pesar de eso es generoso, y con inteligencia juega para el equipo.Eso, en un flaco esquelético y tímido, no gusta y es incómodo.
Bah , es lo que yo creo, solo quería decir que me gustó el post.

Martín dijo...

Ojo, ahora que releo: sus frases están llenas de ironía, y una ironía nada sutil. Y me gustaría un personaje más lleno de grandezas. Por otro lado Palermo, Palermo, Palermo.

Ignacio A dijo...

cada vez mas enamorados