martes, diciembre 11, 2012

Tercer tiempo

“Si no te aburre una sesión del congreso sos un anormal.” 
 (Mauricio Macri) 

La política argentina acumula cuatro generaciones que de algún modo reflejan la superposición de culturas políticas diferentes. Las cuatro tienen la responsabilidad indudable de ser constructoras del actual orden democrático. Un mérito relativo al tiempo y donde cada una habrá aportado lo suyo. Punteemos:

1) La generación Cafiero (Alfonsín, Menem, Duhalde, etc.). Es una generación en retirada, cuyo entierro simbólico ya se produjo en las ceremonias de la muerte de Raúl Alfonsín. Y cuyos rasgos la distinguen como dialoguista, folclórica y herbívora. Franela del Tabac o del viejo Molino. Con el sello de agua del abrazo Perón-Babín en el centro de su bandera blanca de la paz social. Se pusieron a upa desde 1983 a la democracia argentina pero representaron demasiado los vaivenes y deseos (el kirchnerismo exitosamente representa desde una distancia “más ideal”, con una agenda más propia y caprichosa). Se trata, en suma, de un Vaticano político de intensa relación con los símbolos partidarios. Costumbristas, perplejos frente al setentismo, baqueanos de municipio.

2) La generación de los 70. La que está en el poder. Cristina, Néstor, Hermes Binner y Hugo Moyano, como figuras sobresalientes. En todas sus versiones, la impronta ideológica desborda la pertenencia estrictamente partidaria. Sobreimprimen a una dinámica política clásica (peronismo y antiperonismo, radicalismo y golpismo) la carga ideológica.

3) La generación intermedia. Con figuras como De Narváez, Massa, Macri, Scioli, Urtubey, Capitanich, etc. Y si uno pusiera la película del vicepresidente Boudou en mute podría ser perfectamente incorporado a esta liga. Son una voz del “afuera” de la política, una interpelación de sentido común capitalista en medio del palacio y de la conversación pública.

4) La generación de La Cámpora y otras identidades y experiencias políticas de esta época. Incluso anti kirchneristas. Hijos del setentismo, vínculo intenso con el pasado y uso hábil de las redes. Tradición y futuro.

Estereotipo 

¿Le tocará a la generación intermedia la etapa poskirchnerista? Por lo menos tiene en pista a la mayoría de los candidatos competitivos para la elección presidencial y la elección en la provincia de Buenos Aires.

Una primera mirada ubica a esa generación intermedia como hijos de la generación Cafiero. Y, en tal caso, hijos aplicados, deportistas, rugbiers, con cultura de “tercer tiempo”, que se anotaron en universidades a estudiar carreras que les permitieran una vida más o menos delfín del promedio de negocios que circundan la política de esos padres. Cero ideología en términos previsibles (no te tienen un Mocca a mano ni a ganchos), pero un dato: todos, hasta Macri, son peronistas. No hay Sciolis socialistas o radicales. Son naturalmente peronistas, y de un modo mucho más contundente por esa “naturaleza” que el resto de las generaciones, para las cuales el peronismo siempre fue un problema, un interrogante histórico o una convocatoria traumática. Las otras generaciones “sufren” la identidad peronista porque resulta una indagación existencial. Es un revival de la invención de Favio/Soriano pero desde el poder: nunca hicimos política siempre fuimos peronistas. La generación intermedia se encuentra formateada en y para la experiencia de poder y comprende el peronismo de un modo pragmático: peronismo como naturaleza, orden y Estado. Un radical o un socialista de esa edad resulta mucho más ideológico, como Adolfo Prat Gay o Fernando Iglesias. El peronismo, así, es un desentendimiento histórico, una identidad cuya virtud es paradójica: no exige la responsabilidad de ser “explicada”. Y el aprendizaje de todos sus arpegios vizcacheros se hace en el camino, en las horas de vuelo rapaz por las calles de un municipio, en los pasillos de la tele.

¿Por qué Macri es peronista? La pregunta podría ser formulada al revés: ¿por qué no? Macri produjo una experiencia de consistencia gaseosa como el PRO, a la vez que usó las herramientas territoriales disponibles de un fragmento del peronismo residual capitalino, de la mano de Cristian Ritondo y varios más. Esa combinación le permite manejar su tiempo en una línea de espera, siempre bajo la ilusión de que un día se acabe el liderazgo kirchnerista y quede el peronismo en disponibilidad para otro nuevo liderazgo, esta vez, “menos exigente”. Scioli o Massa intentaron morigerar y expresar por dentro un kirchnerismo de baja intensidad. Una apuesta al silencio de la gestión.

Justamente el talismán de los intermedios es la palabra “gestión”, una palabra que no tiene dicción de izquierda y que vincula su pasión pública a la idea de hacer. Poner “los hechos” por encima de “las palabras”. En la vida y la política el valor es el tiempo. La gestión es tiempo. Ni siquiera espacio. De allí su primer reflejo liberal: un Estado más chico podría ser un estado más veloz. No tienen cuadros académicos o intelectuales en los términos universales heredados por una cultura de izquierda que aún impregna el imaginario político. Los intermedios son figuras con gran desempeño en los medios de comunicación, sobre todo en las entrevistas intimistas de programas de C5N o TN. Son capaces de abrir las puertas de sus casas para que se conozca la historia de vida que ellos eligieron contar. Macri o Scioli mezclan y aprovechan vida privada y vida pública. O sea: sus mujeres no son simples acompañantes (como la mujer de Alfonsín o Zulema Yoma hasta la muerte de su hijo), tampoco mujeres-militantes (como Cristina o la ex mujer de Chacho Álvarez). Son mujeres-adorno que contribuyen a fortalecer debilidades de sus imágenes. Como dice el periodista Pablo Chacón: “conocen que la política está subordinada a un operador conceptual: el espectáculo”. (Veremos si Karina rompe ese hechizo, tal como se comenta en los pasillos de la villa -?-)

El modelo

Intérpretes menos rígidos capaces de leer el viento del tiempo. Ese es el capital de la generación intermedia. Aunque sea en la clave: buenos políticos con ideas horribles. O como decía Carrió de López Murphy: buena persona con ideas horribles. Los intermedios están en su mayoría adentro del gobierno, pero incómodos. Pueden ser el modelo después del modelo: son pacientes, y supieron contenerse en silencio y pragmatismo, virtud que mejora sus perfiles frente a la sociedad, frente a la que tienen una ilusión: se le parecen más. Y ahora esperan ser los herederos en condiciones reales del país que deja el kirchnerismo. Son políticos de primera línea que no se autodeclaran de derecha y que cumplen mandatos no escritos: se puede ser de derecha pero no se puede parecerlo, se puede ser de derecha y no saberlo y/o se puede ser de derecha por tener un pensamiento “natural y popular”. No se les podría discutir su condición de populistas y peronistas, son políticos con intenso despliegue en las clases más bajas. Su dicción es previa al relato de estos años de catecismo progresista en que se puso en el centro el debate distributivo. Sus experiencias de gobiernos municipales les permitieron márgenes y zigzagueos, siempre con las garantías sociales de un gobierno nacional situado a su izquierda. Gobernar por derecha una ciudad o provincia en un país con Asignación Universal disminuye los efectos sociales de cualquier política de exclusión. ¿Son de derecha? ¿Sabrán reconocer las condiciones de gobernabilidad del kirchnerismo? ¿Se animarán a correrse hacia ese centro?

(Publicado originalmente en Le Monde Diplomatique, mayo 2012)

11 comentarios:

Leandro dijo...

Ponele el nombre que se merece, la intermedia es la generacion menemista, o noventista si te gusta mas.
Lo de peronistas puede ser discutible. Porque su referente es la derecha peronista, esa que de las tres banderas no se sabe ni una.

guido dijo...

"Sus experiencias de gobiernos municipales les permitieron márgenes y zigzagueos, siempre con las garantías sociales de un gobierno nacional situado a su izquierda."

Y ahí está la clave de la desconfianza mía. Varios de esos (previsiblemente) herederos del kirchnerismo son grandes administradores de edificios, buenos gestores (bah, Daniel más o menos). Pero no es cierto que se trate solo de gestionar bien (aunque sin eso, bueno, en fin). A medida que vas subiendo en los niveles del estado las ideas ideológicas (cuac) cobran cada vez más relevancia.

Y te tiro a título comparativo una instancia del gobierno pingüino mucho más cercana a la lógica de la generación intermedia de lo que suele reconocerse (y cuya cabeza entra clarito ahí, más allá de un discurso mal enhebrado que ni ella cree). Cualquiera que ha leído algo de políticas sociales ve bastante claro que la impronta que marca al ministerio de Alicia es bancomundialismo full-full (y echate una sobrevuelo por el programa de la carrera de TS en Gallegos, hecha a su imagen y semejanza, el kirchnerismo TS de formación brazuco-marxista de te muere de un patatús).

Ahora bien, hagamos un listado con "las que sabemos todos" de políticas generales y programas que hayan tenido algún impacto relevante, aún acotado, sobre las condiciones de vida del pueblo. NINGUNA salió de ese ministerio (que, de hecho, resistió más de una).

No, para el sillón de Rivadavia a mi dame ideología. Los administradores de edificios dejámelos de provincia para abajo.

Diego dijo...

¿Esto de que la derecha no pueda decir que es derecha pasa en todos lados o solamente acá en la Argentina? Ese es todo un tema, eh. Esto que "Ser de izquierda" garpe reconfigura lo que es izquierda y lo que tendría que ser derecha porque implica un poder operando.

Saludos

hector dijo...

Peron decía que peronista somos to-dos,pero solo son gobiernos poeronistas los que lo hacen tratando de mantener las tres banderas lo mas arriba que se pueda. Asumir el gobierno y cederle el poder a nuestros enemigos para durar en el cargo, no es un gobierno peronista por mas que se proclame tal.

Sebastián dijo...

Martín: es muy interesante el artículo y me alegra que te lo hayan publicado en un medio tan importante. Igual, me permito discutirte un poco lo último: me parece que la AUH es una política valiosa (la he analizado en dos artículos míos) pero me parece también que es una medida paliativa, como el mismo decreto presidencial que la instauró consigna. Me parece que las garantías sociales pasan por fortalecer también la salud y la educación públicas. Esas son las políticas que brindan mejores garantías sociales, y sobre todo mejor futuro. "Un Estado con AUH" no es un estado garante de mucho, sin tener una salud y educación públicas fortalecidas y estimuladas. En esto el kirchnerismo debe trabajar más, me parece. Si bien reconstruyó un poco el Estado, siempre puede seguirse profundizando. Un abrazo.

ricardo dijo...

Y Sabbatella?

Martín dijo...

Guido: totalmente de acuerdo!!

Unknown dijo...

No te discuto tu acertada clasificación de las "generaciones", ni el enorme peso y potencial electoral de la generación intermedia que señalas, ni la actitud filo-peronista que les atribuís (no sería tan terminante en declararlos peronistas a secas). Pero creo que estas olvidando una variable: son buenos "gestionando", es decir, manteniendo la tranqulidad en base a recursos ajenos ¿pero serán capaces de gobernar, de ejercer el poder con la iniciativa y la firmeza (junto a cierto autoritarismo) que requerirá ser los rectores de la política post-kirchnerista?¿o luego de un leve y ligero auge dejarán paso a grupos más duros o con más capacidad para ejercer el poder? En otras palabras ¿esta generación sabrá generar gobernabilidad o serán una muy efímera transición a otra etapa?

Martín dijo...

Ulises: eso que decís (muy bien) es lo que intento decir al final. Al menos es lo que creo decir. Abrazo

Martín dijo...

Héctor: comparto la vehemencia. No creo que sea tan fácil ni lineal que todo eso ocurra indefectiblemente.

profemarcos dijo...

(Veremos si Karina rompe ese hechizo, tal como se comenta en los pasillos de la villa -?-)
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