domingo, octubre 21, 2012

Infancia clandestina (Hoy en Ni a Palos)

A Miguel Binstock 

Toda la infancia relatada (lo escrito o filmado “desde los ojos de un chico”) es representación hecha por adultos. En tanto: toda infancia es clandestina, y se trama alrededor de cómo los niños huyen del mundo de las instituciones totales y de los encierros o abandonos que los padres proyectan. Ya sea en un country, en Los Piletones o el colegio marianista de Caballito.

Pero esta Infancia clandestina es un ajuste de cuentas que hace un adulto sobre su niñez vivida bajo el cautiverio montonero. Los padres montoneros de Benjamín Ávila, el director de la película. Entremezclada con las contradicciones naturales de un hijo de, y hecha con el extraño y argentino privilegio del linaje que da derechos, porque sólo un hijo de militantes muertos tiene “autoridad” para juzgar hechos que afectaron tanto y en distinta escala a todos.

La historia ocurre en la más cuestionada acción del grupo armado: la contraofensiva. La maniobra por la que volvieron al país una cantidad de militantes armados que conocían con lujo de detalles a qué se exponían. En el film aquella aventura parece un aterrizaje de extraterrestres, uniformados en el extranjero, sobre un país que había empezado a salir de la hora represiva y que lentamente parecía recobrar algunos signos vitales, políticos y sindicales frente al Proceso.

Veamos: la historia se concentra en el año 1979, año en el que se produce el primer paro nacional conducido por el dirigente peronista Saúl Ubaldini. La familia en cuestión (madre, padre, tío y dos hijos) se ubica en un barrio del Gran Buenos Aires para darse en esa cobertura comunitaria el tiempo y el espacio de planificación de acciones armadas “decisivas” para la caída del régimen. Mientras nacía el movimiento de los derechos humanos en torno a qué habían hecho con la humanidad de los militantes, Montoneros recobraba fuerzas para volver a decir con hechos que esto era una guerra. O sea: durante un tiempo convivió el socorro humanitario con el delirio armado que seguía arrojando cuerpos a las fosas.

Hay dos mitades constantes en la línea de la película: la superficie de los padres militantes, representados como fanáticos, y la profundidad de un chico que resiste en su infancia, un pliegue de la clandestinidad en el que se cuenta una especie de “Mi primer beso”: la historia de la inocencia de un niño que no puede decirle quién es a la primera chica que ama.

Y se aplica sobre esta patrulla montonera en extremo la idea de todo izquierdismo: la historia se hace a espaldas de la gente. La película insinúa que la vida de ese barrio y la escuela funcionan como molécula distendida del poder dictatorial. ¿Qué tienen que ver ellos con la revolución? La escuela y el barrio eran apenas locaciones de una revolución hecha por desconocidos. Pero la historia -¡recontra promocionada oficialmente!- se sujeta al calvario del chico obligado a vivir entre papás soldados que no lo dejan jugar a la guerra porque su vida es una guerra de verdad. ¡El cautiverio del mocoso en esa familia OVNI que entró a un país que había cambiado mucho!

El balance final es agridulce en muchos órdenes pero vamos a dar el más contundente: ¡termina dedicada a los que no perdieron la fe! “Hola, Benjamín, ¡a tu familia la mató su propia fe!” Esa fe, ese camino de luz que barría cualquier sentimiento humano, de persona a persona, en nombre de algo que estaba más allá.” El problema es la fe. Para salvar la vida había que perder la fe. Alguien debió decirles: “los soldados no tienen hijos, son livianos y desconocidos del pueblo que liberarán”. ¿De tanta deshumanización dependía la eficacia de la guerra por una humanidad mejor? (El Che tenía a sus hijos muy lejos del teatro de operaciones tácticas.)

Pero le doy el Nobel o por lo menos un Martín Fierro de la paz a la abuela de esta historia, una vieja ajena al espejismo guerrillero que balbucea y ruega a esos dos místicos que le entreguen a los chicos, en la mejor escena filmada sobre la tragedia de esos años. Es una ABUELA que pide a sus hijos militantes que no les borren la IDENTIDAD. ¿Se entiende? Eso eran las abuelas: un discurso de llanto y temblor. La abuela: la única persona a la que el chico pudo volver a decir quién era. “Soy Juan.” ¿Se entiende? El film sugiere una gran sugestión entre militantes/militares y supresión de identidad. Los iguala: todos la apropian. Si hay guerra no hay identidad.



Nada más, sólo un mensaje a la Generación: no importa más de qué somos hijos, sólo importa de qué somos padres.

27 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimo el post pero un detalle, algunos no necesitaron la derrota y la matanza de sus hijos para aprender que eran los ddhh. La APDH se fundó en 1975

Anónimo dijo...

La APDH no te allanaba ni una comisaría en Varela.

Anónimo dijo...

Martín, creo que es lo más inteligible que has escrito hasta ahora

guido dijo...

Ese "a los que no perdieron la fe" más el textito del principio (no recuerdo literalmente lo que decía) está medio como fuera de lugar en la película, le da un como no resuelto en el sentido que vos lo dás (y que comparto).

Anecdótico: después de ver la película me puse a googlearla a ver que habían escrito y encontré al menos dos reseñas españolas que explican que los militantes peleaban "por el regreso de Perón". Primero dije, que boludos ni se tomaron el laburo de búsqueda mínimo para largar una reseña. Y después me acordé de esas escenas de reuniones tabicadas y gritos de Perón o muerte y caí: quien vea la película sin saber nada de nuestra historia (por ejemplo el reseñista español) no tiene en la película ningún elemento que le indique que Perón murió (o si, pero muy marginal). Es razonable pensar que está vivo y ellos sus soldados. Ahí tenés, clarita, una mensura del tamaño de su locura eirrealidad OVNI.

Diego dijo...

La última frase de tu texto es impresionante. Pero esa impresión que deja no debe hacernos olvidar que también es falsa, en alguno de sus sentidos; uno siempre será hijo de su propio relato, y ese relato siempre estará signado por la historia que creemos y creamos de nuestros padres.

Una pequéla anéctoda: yo filmé un comercial con Benjamin. Yo era el redactor de la pieza y él el director. Pasamos una jornada muy amena.Él como hijo de montorenos y yo como hijo de militar. Ambos, claro, no sabiamos de esto.

Belauza dijo...

Me gusta mucho el comentario de Diego: dos personas en distintos ámbito que el de las historias a partir de su padres, se tratan de manera amable.

Y puede darle una señal Miguel, que parece con mucha bronca. Es muy difícil hablar de los propios padres, y mucho más hacerlo con cierto equilibrio, ¿o acaso hay que suponer que más allá de su delirio están bien desaparecidos? Ojo con eso: Benjamín puede decirle y tratar a sus padres como le parece, pero nunca achacarles la culpa de su desaparición; no es que cometés un crimen y merecés la desaparición. Y en esa idea de OVNI se dibuja algo de eso.

Por lo demás, la película transmite esa idea de autocastigo que se imponen esos militantes con su deber ser; esa idea absurda de que tienen que estar ahí por los caídos. En Fuimos Soldados (también sobre la contraonfensiva montonera), de Marcelo Larraquy eso también se ve claramente. O sea que no es ninguna idea extravagante.

Y lo de la fe, yo qué sé, es un tipo hablando de padres que apenas conoció, y que conoció en circunstancias poco filiales, por decirlo algún modo. La película es mucho más que sus pifies, por suerte, los cuales, paradójicamente, la hacen mejor, porque la hacen más humana.

Saludos, Belauza

Martín dijo...

Guido, genial lo que contaste de los españoles.

Martín dijo...

Diego: gracias por el comment. Pero hablo de excesos de herencia. Algo así. Abrazo

Martín dijo...

Pero Olubec: los padres no "desaparecen" en el sentido clásico, fantasmal, conocido. Claro que sí sus cuerpos, y todo lo que sabemos, y no llevaría la discusión a lo jurídico. Pero él cuenta la decisión de esos padres de venir acá a continuar una guerra; digo "guerra" tal como la historia y la historia del film los muestra. Estaban afuera, se "salvaron" y por decisión orgánica vienen a exponerse y a recrudecer un contexto político tremendo. No me gusta eso de "no son culpables de". Saquemos la idea de "culpables" y pongamos responsables, y vamos a ver que la peli sí plantea eso. No eran abogados de presos políticos o militantes de Amnesty que venían a participar de las denuncias de la ESMA.

Abrazo

Vanesa Magnetto dijo...

Una critica o comentario muy enojado el tuyo, demasiado a mi parecer. No entiendo bien a dónde apunta. Fragmentitos que denuncian mucho y no se meten en ninguno, pretenciones que dudo se le puedan cargar al film, como por ejemplo: ya sabemos que por más infancia, eso será subjetivo, encarnadado en un punto de vista. Y si de un film se trata, seguramente la ifancia estará producida por un equipo de adultos.
“Hola, Benjamín, ¡a tu familia la mató su propia fe!” Gratuito. Sabés desde qué fe está hablando Benjamín
"¿Se entiende?" No, yo no te entiendo. Explayate un poco más, así entendemos algo del por qué de tus ataques.
No soy fanática, ni la justiciera de film, pero tu crítica me parece injustamente gratuita.

Martín dijo...

Bueno Vanesa, no tenía muchos más caracteres. Traté de ser claro y de atender a todo lo que me había producido. Creo que es "gratuitamente injusta" lo que me quisiste decir. Abrazo

Anónimo dijo...

No he visto IC pero me parece que podría, por lo que señalás, dialogar o ser confrontada con Las veredas de Saturno, de H. Santiago con guión de Saer (1983), donde se problematiza, al menos de forma lateral, la "contraofensiva". Acá se estrenó varios años después, un poco ya fuera del clima que generaron algunos films muy en la línea de La Historia Oficial (aún cuando el de Santiago haya sido anterior). No sé si la viste, circula por ahí en versión vhs pésima calidad. Saludos. Nazareno

Martín dijo...

Estoy casi seguro que vi esa película en canal Volver. Pero recontra eh. Me acuerdo porque me sobresaltó en los créditos la firma de Saer. Gracias.

Carton dijo...

Te vengo leyendo MR en la mala leche bien ahi!!, al igual q el suple ni a palos que ya que esta podrias decirles que arreglen alguna vez el PDF para bajarlo. Porq taria tenerlos

LA verdad que tampoco me gusto mucho la peli, o sea bien hecha y a años luz de diferencia de la teoria de los dos demonios de manual de todas las pelis 70´anteriores con exepcion de algunas de los ultimos años.

A mi me sigue pareciendo un reclamo a su madre, con el agravante de ser el niño el narrador, miles de pibes estuvieron en situaciones parecidas en el intento, por demas que fallido, de los 70´ y en otras revoluciones, no sirve solo como ejemplo el Che. Lo que quiero decir es que se acaba la discusion ante la mirada del chico, no hay argumentacion posible, ni que hablar derrota mediante. Me parece un golpe bajo.

Criticas miles, pero desde ese lugar me hace ruido. Tampoco entiendo tu postura en relacion a la herencia, es una garcha o puede pesar o etcs varios? ok. Pero que no importe mas de que somos hijos tampoco comparto, siempre lo seremos salvo quien no quiera por opcion. No mas soldados si queres, pero algo de esa impronta de fondo debe estar, creo que hasta si nos lo propusiesemos barajar y dar de nuevo, metera la mano ese pasado.

A mi cristina benegas me cae mal por ser otra renegada setentista, que no es lo mismo que critica. Pero la escena no esta mal, lastima que apostaria a que existio en el 5 % de situaciones parecidas, al igual que el tio simpatico, alla el. Discursos no casuales.


PD: "con el delirio armado que seguía arrojando SUS cuerpos a las fosas".

Anónimo dijo...

Esa última frase es como:
Ay
me tienen
harto
con la dictadura

Martín dijo...

Sí, pero es sincera.

Anónimo dijo...

Puta, escribí hace un rato pero no se publicó.

Anónimo dijo...

Te decía que sincero o no, cuanto menos me parece que pifiás. Justo que los hijos tienen el poder, que el país ofrece la oportunidad de confrontar no con los fantasmas de lo que no fue sino con la verdad de lo que es, y ver qué tanto cumplen o traicionan y cómo el sueño de los héroes, la fe, la voluntad mesiánica, romántica, toda la garompa del Hombre Nuevo con la que hemos crecido, ¿justo ahora los padres ya no cuentan? Qué manera tan enloquecedora de correr el arco. Me hace acordar al yeite de los astrólogos, que dicen que leer horóscopos viejos trae mala suerte para que nadie les dé la cana de cómo chamuyan.

Martín dijo...

No sé por qué se te mezcla la película, la contraofensiva con la época, con esta época, así, como si nada. Y además si discutís con tanta pasión salí del anonimato, broder. No es una teología la política, es una acción en el presente y para los vivos. Los hilos sagrados que unen pasado y presente me chupan un huevo.

Martín dijo...

Tener el poder te hace productor de una época. Definirte como hijo te hace consumidor de ese poder.

Anónimo dijo...

O sea que si le resto “pasión” y no te ofendo y estoy de acuerdo puedo seguir siendo anónimo. Como derecho de admisión fijate que da bastante policía.

Anónimo dijo...

¿Qué hilos sagrados?
Si los hijos llegan a la política es precisamente con la imagen de sus padres y la idea del país por el que éstos murieron como ariete. Yo tengo 35. Toda la vida, desde chiquitos, nos hicieron llorar por la oportunidad pérdida. No sabíamos que la oportunidad se iba a repetir más adelante: ahora. Entonces: no puede ser que esa idea de país haya sido toda la vida el horizonte y justo ahora la tiremos a la mierda. Vos no podés desconocer esto y decir justo ahora que ya no importa de qué somos hijos.

Martín dijo...

Hacé tu historia. No la pongas frente a ningún espejo. Ni constituyas vía dolor una vanguardia aristocrática de los que heredan la historia de los 70. Hay que hacerse más cargo de los que mueren en trenes que de los que murieron hace treinta y pico de años. Incluso, te concedo, hasta ese sería el mejor homenaje. "Desde chiquitos nos hicieron llorar". ¿Quiénes te hicieron llorar? ¿Quiénes te atormentaron? Eso destaco de Infancia Clandestina: que denuncia que antes de la historia había una vida. Chau, amigo.

Anónimo dijo...

Dale, ya me voy.
Yo la película ésta no la vi ni me interesa, pero vi muchas otras, leí muchas cosas, lo escuché a Piero y al otro gordo cubano y me vi obligado a condolerme. ¿Vos no? La histeria es la siguiente: “tenemos los pibes para la liberación, vamos a hacer el país que no dejaron hacer a nuestros viejos”. Pero por darte un ejemplo, a vos que te parece oportuno hablar de trenes, cuando a Fresneda le preguntaron por Ricardo Jaime dijo “un dirigente que goza de mi mayor respeto”.
Yo no armo nada vía dolor ni me miro en ningún espejo, ¡son ellos los que lo hicieron, hermano! Primero creí que estabas engreído, tal vez porque te elogiaron demasiado. Ahora veo que encima escribís subido a una retórica. Ahí en el planeta Admonición donde vivís podrías escribirte un libro que se llame “Sólo un mensaje para la generación”, como si fueras Lugones cien años más tarde.

Martín dijo...

Si no la viste no rompás los huevos.

Anónimo dijo...

sí, ya la voy a ver. seguro que después esa última pelotudez que pusiste se convierte en genial.

Anónimo dijo...

no entendiste la pelicula
claudio