Voy a contar una anécdota personal: un día, yo era fiscal anticorrupción, y me toca una denuncia contra el apoderado de Schiaretti, que es Carlos Caserio (hoy), diputado nacional. De enriquecimiento ilícito, la denuncia por una vivienda que el tipo decía haberla comprado por 200 mil pesos y le había salido 800 mil dólares. Le hago un requerimiento y el tipo no viene, le hago otro requerimiento y el tipo no viene. Al tercer requerimiento, me voy al Ministerio de Obras Públicas, y le digo: “Ministro, va a tener que comparecer en la Fiscalía Anticorrupción, tengo una denuncia...”, y me responde: “Pero ¿quién te creés que soy yo?”. Le decían “cajerio”, ¿lo caza, no? Me llama De la Sota, y en esos días me había nacido Milagros, la que nació con 6 meses de gestación y con 600 gramos. Yo cuando era diputado en el ’94 y renuncié a la banca porque no quise aumentar los sueldos de los diputados, mi mujer tuvo familia y cuando fui a pedir el reintegro de lo que había pagado en el sanatorio, me dijeron: “No, usted no puede cobrar nada, como usted renunció...”. Me quedé sin obra social. Tuve que pagarlo de mi bolsillo. Mi hija estaba internada en terapia intensiva, la expectativa de vida era del 5% y cada día de internación salía $ 980. Al neonato lo pagaba todo la obra social provincial. Entonces, ese día que me llama De la Sota a su despacho, me dice: “¿Vos estás loco? ¿Qué te pasa con Caserio? Vos estás loco, el lunes traeme la renuncia”. Yo vi a mi mujer el sábado, mi hija se moría, era vísperas de Pascuas, el médico nos dice: “No sabemos si va a vivir 10, 15, 20 días, pero es muy difícil, pronóstico reservado”. Mi mujer me preguntó con qué íbamos a pagar la internación de Milagros (le habíamos puesto Milagros el mismo día que nació porque había sido un milagro que naciera). Le digo: “Mirá yo voy a ir a hablar con De la Sota, voy a pelear los 20 años de amistad que tengo con él, le voy a pedir que no me cesantee, que me pida él la renuncia para que yo pueda tener 6 meses de obra social”. El domingo pensábamos qué íbamos a hacer, la nena se había puesto muy grave. El lunes voy al despacho de De la Sota con la renuncia en la mano, y le digo: “Gobernador, mi renuncia. José, te pido un favor (así, con los ojos hinchados), echame vos porque yo necesito la obra social de mi hija. Vos sabés que nació mi hija, que está muy grave y se me puede morir, y yo no tengo con qué pagar, no tengo patrimonio, puedo vender el estudio, pero hasta que lo venda, acá hay que pagar de contado”. Me pregunta: “¿Qué vas a hacer con Caserio?”. Respondí: “¿Qué querés que haga?”. El me responde: “Nada”. Agarró la renuncia, la rompió y la tiró en el tacho de basura. Ahí me largué a llorar, la llamé a mi mujer y le dije: “Tenemos obra social”, pero me di cuenta de que el tipo me había encontrado el precio. Me di cuenta de que el tipo se había dado cuenta de que mi precio era ése. Juré por Dios y la Virgen, me dije que el día que a mi hija le den de alta, a este tipo me lo llevo puesto. A mi hija le dieron de alta a los 5 meses, ella tiene parálisis cerebral, es una santa. Desde ese día, no paro hasta que me lo lleve puesto.
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