jueves, junio 21, 2012

Viejos papeles que pueden ser releídos en la vigilia. Días así somos todos testigos, días así las redes parecen el cementerio de los imprescindibles. Es una situación incómoda. Se mueve el hilo que siempre conecta crisis política con crisis económica. Siempre está ese hilo. Puede no haber crisis política pero el hilo está. El 54% tiene que seguir diciendo las condiciones políticas para enfrentar una crisis. Que son las condiciones de representación. Llegó la ola del tsunami ocurrido en el corazón financiero del mundo. Esa sensación (“esta crisis” no la generamos nosotros) acompañada con la autosuficiencia de haber vivido “la caída” diez años antes y de haber salido del infierno no pueden ocultar algunas prevenciones políticas. ¿Por qué darle crisis política a lo que puede ser sólo una crisis económica? ¿Por qué endurecer el escenario con crisis de representación? En ese triángulo es que Cristina, Scioli y Moyano deberían ser pensados. Y, si se puede, respetados. En primer lugar porque un momento así necesita más representaciones y mediaciones sociales, no menos. Hay que cruzar el río. En la cosa más progresista que escribí en mi vida (para la revista Crisis) puse esta inocencia: "Los jóvenes de entre 18 y 30 años que van a un acto de la CGT no cantan la marcha peronista. Los jóvenes que acaban de ingresar a una fábrica y conocen por primera vez la formalidad laboral y la sindicalización no la saben, aunque se la escuchen cantar a sus delegados. Ese hit que encendía o restauraba, que hacía la revolución o la sofocaba, lo cantan los “cuadros”, los jovatos, los militantes del Evita, pero los nuevos asalariados capaz cantan: “soy camionero / es un sentimiento / no puedo parar”. Son, a lo sumo, hinchas de su gremio y en eso simplifican sus emociones colectivas. Bajo una mirada rápida, la impresión es que hay "algo" ahí, en el caldo de los beneficiarios que ya pertenecen a la clase obrera pero que son nuevos en la cultura organizativa de esa clase. No saben la marcha, no tienen por qué saberla, y además la fuerza de la marcha no está más en la marcha. La vieja marcha peronista suena en la ESMA, en museos, en el arribo de muchos jóvenes a la política bajo el manto de la palabra “militancia”. Pero la nueva marcha de los asalariados argentinos se inventa en la usina de cada gremio y asciende con su canto al cielo de concreto de las reivindicaciones reales. No es el canto del suspiro universal de la clase, sino de lo particular que se le arranca al capitalismo (para ser parte de él). Las victorias populares ahora no tienen mártires sino paritarias, y en “la paritaria que sigue”, en ese cálculo al boleo entre lo que no se sabe del INDEC, lo que se sabe que se paga en el “chino” el kilo de cuadril y el límite siempre negociado entre el sindicalismo y el gobierno, está el número redondo de la victoria."

Todos los que representa Moyano, los que no, los que podrían parar, los que no van a parar, los que votaron a Scioli, votaron a Cristina.

¿Qué pasa, General, adentro de la casa del 54%?

1 comentario:

Rafa dijo...

Martín: nada que ver (?), ayer te escuché en Gente de a Pie hablando de La Argentina según Perón. Me encantó.

Un abrazo.