Kirchner debe todos sus éxitos a la iteración de sus actos primigenios.
Kirchner vuelve todas las noches al 2003. Se sueña asediado. Se sueña solo.
¿Se sueña exitoso?
Sólo y asediado ha dado sus mejores frutos. Sólo y asediado ha sabido ser fuerte.
Hay días en los que Kirchner busca la soledad y el asedio que lo vigorizan.
Hay días en los que me pregunto si no será que Kirchner cree que la clave de su éxito está en volver realmente al origen: al 23% de los votos.
Hay una sola cosa que Kirchner no entiende: la democracia es el derecho del pueblo a odiar a su gobierno.
Kirchner hace números y no le cierra la cuenta del odio.
Kirchner no es soberbio. Kirchner no perdona aunque no sepan lo que hacen.
Kirchner no es un pastor que guía a su rebaño.
Protestante. Kirchner es protestante. Cree en la salvación por la fe, no por la palabra.
Sacher
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