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Detrás del monasterio, junto al camino,
existe un cementerio de cosas gastadas,
en donde yacen el hierro sarroso, pedazos
de loza, tubos quebrados, alambres retorcidos,
cajetillas de cigarrillo vacías, aserrín
y cinc, plástico envejecido, llantas rotas,
esperando como nosotros la resurrección.
(Ernesto para todos los días de mi vida)
Empieza a flaquear el efecto Ernesto.
ResponderBorrarVa bene, Martin. Queremos tu voz sobre la Debatida Poesia actual!!
ResponderBorrarcuál es el debate???
ResponderBorrarya está mi voz...
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