jueves, abril 30, 2009

Pampa


Lo real muestra los dientes.

¿Existió Estado Benefactor + Derechos Humanos? ¿Podemos anhelar las viejas apariencias del orden y la armonía social disociadas de su fuerza también? ¿De ese sentido común? ¿De la protección de posesiones? Todos tenemos nuestra bicicleta mística que dejábamos en la puerta de la casa mística del barrio místico, la que no-tocaba-nadie a la hora de la siesta. La alegría blindada de la ciudad justicialista se defendía con uñas y dientes... Y policía política también. ¿Por qué no? El desorden anhela un Orden.

¿No fue mejor el Estado cuanto mas coercitivas resultaron sus acciones?

La ley 1420, o la ley en general, ¿no es de arriba hacia abajo? ¿No es una fuerza represiva? ¿No fuimos demasiado libres en nuestra comprensión democratizadora, en el "desarme"? ¿Cómo nace la ley civil construida tras la derrota armada? ¿Cuáles son las condiciones para la existencia del Estado? ¿Democracia sin Estado? ¿Ese es el resultado político del que nace la democracia? ¿Gestión sin Estado? ¿Estado Museo?

La palabra Nación. No La Nación, la palabra Nación. ¿No es la palabra que en su recuperación cierra un círculo?

Postulo: de la órbita del llamado “Orden Democrático” la mejor idea fue el traslado de la Capital Federal a Viedma. No respondía a ninguna necesidad económica, es cierto. Hubiese trastornado el circuito burocrático, también es cierto. Y, para defender la idea, el mismo Alfonsín desempolvaba textos de Alem, que yacían como mineral inexplorado. Pero suponía una forma de gestión con la violencia simbólica necesaria para que el Orden Democrático reinstale su primera mitad: la del Orden. Su fuerza. La fuerza desproporcionada y estatal. Después de 1983 era necesario Un Gran Traslado. No sé cómo decirlo: Una Mudanza. Camiones del Estado trasladando. Civilización del Frío. Democracia sovietizada por condiciones climáticas.

Los pibes de entre 18 y 30 de la marcha de hoy no cantaron la marcha. Ese hitazo que revolucionaba o restauraba, que ponía paz o guerra entre los hombres. Los cuadros la cantaron, los jovatos, los militantes, los virtuosos del entrismo la cantaron, los viejos montoneros y los nuevos montoneros la cantaron. Pero la nueva experiencia asalariada canta: soy camionero/ es un sentimiento/ no puedo parar. Los nuevos asalariados son hinchas de su Gremio. Y eso es así: los himnos del corazón se reescriben, se reinterpretan, se resignifican, se simplifican, se metamorfosean, se emparchan. La marcha no está mas en la Marcha. La marcha es mas baja, mas simple. La Marcha que cantamos nosotros suena en la Esma, en los museos de la militancia. Pero la vieja marchita viva y coleando es otra, tiene una agresividad inmediata, va al frente contra algo mas concreto.
...

Una versión de la conciencia del acechado por la inseguridad en su descargo frente al Estado podría formularse así: ¿no querían que progrese, que viva mi vida solamente, que me privatice, que comercie, que sea libre… y me terminan dejando a la intemperie de la inseguridad sin Estado que me proteja, que proteja mi acumulación? ¿No mataron por mi acumulación? ¿No fundimos nuestra conciencia en esa idea de acumulación?

Una versión libre del progresismo: ¿existió Estado de Bienestar sin un Orden? ¿Los talleres de murga construyen Estado? ¿Los Microemprendimientos construyen ciudadanía?
Colimba, colimba, colimba...

¿Existe el Orden? (Por otro lado: ¿esta es una pregunta bien formulada? ¿Cómo se formulan la pregunta acerca del orden los que creen que aún es una pregunta que vale la pena?)

¿Cuál es el orden perdido?

domingo, abril 26, 2009

Crónica de una ley no negociada

Calidad institucional

En el colmo de los saldos democráticos uno podría frente a los gobiernos que hubo (y el que hay) decir lo siguiente: las instituciones no sirven para gobernar. Entrecomillemos: son tan constantes sus “infracciones” por “derecha” e “izquierda” que pareciera que estamos desprovistos de ellas, y que parecen no responder a la naturaleza "del poder". Habría una sórdida fantasía de fondo muy bien alimentada: “ellas” crean a la sociedad, la sociedad se ampara en ellas, y la usurpación de turno las manipula. Las instituciones son lo permanente, y los gobiernos una invasión provisoria que es fruto de otra distorsión: el voto clientelar. Se está desalojando la experiencia de la república. Eso cierra un cuadro mas o menos brutal, que tampoco deja en claro qué exactamente son las instituciones, o cuáles, ya que agota su visión sobre aquellas instituciones que forman al Estado, y que constituyen la única garantía de bien común ("la inercia que nos lleva al paraíso"). Y no obstante, cuando "alguien" cree que algo puede ser modificado, éso preanuncia una motivación excluyente y “política”, cuyo centro es la desnaturalización institucional. El saldo rancio da que vivimos en un país ya pensado, donde el rey político está desnudo. La pregunta que me gusta es, ya no quiénes son capaces de “respetar a las instituciones”, sino quiénes son capaces de producir institucionalidad. En este estado de cosas es que hoy se debate, a mi entender, la política: bajo la "kirchnerización" de las políticas públicas se encubre un ataque directo al Estado, o sea, la reducción de la visión del Estado como Caja, de la política como acumulación. Porque de alguna manera lo que se debate es cuál es la capacidad de acción y de fundación, habida cuenta que esta es una sociedad de movilidad social inquieta, y cuál es el margen y las colectoras con que puede y debe ser gobernada esta sociedad argentina, que respira a Baño María. Pero podemos pensar en todo el resto de las representaciones sociales que también han constituido el esqueleto institucional del país democrático, tanto Sociedad Rural Argentina como la CGT. ¿Cuáles son esas instituciones de la República? Una reunión de cuatro horas entre el gobierno y la CGT puede ser apenas reducida a: “Cristina lleva cuatro horas reunida con Moyano”, con toda la carga subjetiva que el enunciado es capaz de tener. Así que la apelación al diálogo, al consenso y a la institucionalidad barrunta también (¡y sobre todo!) alrededor de con quién se debe dialogar. Mientras todo el debate alrededor de la distribución del ingreso es excluyentemente universalista, los restos del movimiento obrero organizado son el pobre árbol que en su "esencia corrupta" diluye las verdaderas chances distributivas de los asalariados. Una pregunta podría ser si la CGT es una institución o no. La calidad de alguno de sus hombres sopla a favor y nos dice que sí.

sábado, abril 25, 2009

Dominicales


Ni a lospa para el domingo en un gran diario argentino: Miradas al Sur.


Y... domingo 22:30hs. por Encuentro la segunda presidencia de Menem en 25 años de todos (sí, salió el viernes a las 23hs., pero nos tapó el agua y no pudimos postear antes). Semana que viene: Alianza & Duhalde.

miércoles, abril 22, 2009

"La virtud de la justicia como primera Norma de la Antigüedad"

¿De dónde sale este título?

Ayer vi el programa de Leuco. Se puede ver ahí, como en casi todos los programas políticos, el modo en que muchos periodistas y políticos opositores garabatean sus apuestas acerca de cuál será la agenda política post-kirchnerista. En el programa, Pepe Eliaschev hizo un repaso “jurídico” a varios hechos para darle impulso a una obsesión: que los delitos de la guerrilla de los años ’70 reciban su status de delitos de lesa humanidad. Ya hemos hablado sobre las fábulas del Pepe y su setentismo inocentón, la época en que él sólo ponía el perejil en la ensalada. Y en estos días, el intocable Ricardo Alfonsín (al que Lilita llama "Ricardito", y ya sabemos qué quiere decir Lilita con sus diminutivos) habló de sus diferencias en cuanto a la política de Derechos Humanos. Dijo Ricardo en una frase (en la que por supuesto no faltó "diálogo", "acuerdo", "institucionalidad") que él no discriminaría tanto y colocaría a TODOS los crímenes en el banquillo. Un debate sutil podría ser alrededor de cuáles eran las convicciones íntimas de Raúl Alfonsín sobre quiénes debían ser juzgados. Las dos críticas desde el talibanismo imbécil de los DDHH repasan tanto el juzgamiento de los dirigentes guerrilleros como la ley de obediencia debida (que estaba presente en sus primeras ideas al respecto, y que después bajo la garúa finita de laureles y bronce decidió poner bajo la alfombra... por un tiempo). Me animo a decir que quería que no se desmadren los juicios, que no se vuelvan eternos e incontrolables, que sean ejemplares, y que dentro de lo posible, se juzgue a la mayor cantidad de gente, como a muchos de la banda de Camps que finalmente liberaron, y que eran los que puntualmente en aquellos años estaban predispuestos a matarlo. (Otra cosa: es curioso y obvio cómo nadie enumera nunca a los actores con los que el oficialismo sí dialoga, sí acuerda, sí institucionaliza. Claro, el problema es que los "kirchneriza". Y la oposición sería, en cualquiera de sus formas, una fuerza oficial que se negaría a sí misma el derecho de la política: hacer propios a extraños. Basados en el cuento de que todos van a encontrar el denominador común del bien común. O sea, a mi me enseñaron que la negociación es el triunfo de las partes, es decir, sólo eso que el otro le cede al Estado y pierde es lo que elabora el bien común. Un sector económico quiere ganar mas. Punto.)

Pepe Eliaschev no abandona el lenguaje jurídico agotado de herencia alfonsinista, sigue creyendo, no que estamos en la misma aurora democrática, sí que la continuidad democrática se debe registrar casi en los mismos términos necesariamente jurídicos y refundacionales de su recuperación.

Parto de esta idea: no hubiese habido juicio a las juntas sin el precio de los “dos demonios”. Y sin una argumentación, a su vez, que vaciara de contenido político las biografías de las víctimas, extremando las consecuencias del relato penal: un grupo de personas encapuchadas secuestraron a una persona indefensa en su domicilio, y fue sometido a torturas, etc. Es decir, hay un pacto de silencio sobre las condiciones políticas de la época anterior. Pero el "relato" oficial que acompaña los juicios hoy, con su carácter reivindicativo de la causa de las víctimas, no sólo es una torpeza política, sino que provoca estas consecuencias en la eterna idea del equilibrio nacional.

Las condenas a Firmenich y Cía. no sufrieron la misma percepción simbólica, ni siquiera tienen una sola imagen pública memorable. Felipe Solá, testigo de la alocución, consultado por Leuco, se limitó a decir que se trata de un debate jurídico y no político, y que él, ignorante en la materia, creía hasta ahora, hasta ahí, hasta el instante de ese programa, que la “intervención del Estado” era la variable que delimitaba la imprescriptibilidad. Felipe se basa en un argumento político alfonsinista: si la justicia (ése oráculo, mientras otros rosquean listas) decide incluir por X razones a las acciones armadas y asesinatos guerrilleros, si cambia el paradigma del delito de lesa humanidad, Felipe se atiene al mandato divino. (Detalle: fue presentado antes de hablar, como un ex militante de la JP Lealtad.)

Quizás la justicia, llevar las cosas allí, siempre acarrea consecuencias. Como no hay una sola verdad, y las mitades de las bibliotecas que dan razones a unos y otros existen, se carece de una síntesis que sosiegue a todos. Esa es la verdad. Los hechos de un momento histórico son juzgados y son pasibles de los efectos de la justicia que, por ejemplo, permite a todos el derecho a la defensa (con la facultad de que el Estado, en tal caso, dota de defensores oficiales), con lo cual existirán siempre, ¡están en la naturaleza de la situación!, defensas personales que pretendan desbordar sus laberínticas defensas, reconfigurar el momento histórico en una guerra, y… cómo no, familias, hijos, hermanos, padres, que en la condición argentina de la “parentela de la víctima”, van a intentar igualar toda la violencia de los años 70. A veces con mayor peso, a veces con menor. Aquel remoto y repudiable asesinato de Rucci es el punto ciego, porque sucedió en el corazón de todas las batallas peronistas, cuando el “acceso al Estado”, en sus formas mas banales, podía ser moneda corriente en todas las fracciones peronistas. Que si un auto, que si un móvil, que si un teléfono… Yo soy de la idea de que si aún persistían formas y apariencias democráticas, todo delito debe ser tomado como delito, pero yo, como Felipe, de este no-sé-nada... y hablo. La interrupción constitucional y la envergadura estatal talla la figura, al menos en Argentina, de la lesa humanidad. O sea, y aunque suene caprichoso: juzguemos las violaciones que cometió el Estado a partir de 1976 hasta 1983. Nada mas. Nada mas, por lo menos, en esos términos. Si me piden razones jurídicas les respondo con mis modestos criterios ciudadanos: hablen con mis abogados.

(Ah, entre tanto debate, esta perlita del compañero Diehl.)

martes, abril 21, 2009


Que el castigo constituya un honor

Mi idea de justicia bajo el signo de: "Si se sabe dónde está el desequilibrio de la sociedad, hay que hacer todo lo que se pueda para agregar peso en el platillo más liviano. Aunque ese peso sea un mal, manejándolo con esa intención puede ser que no manche. Pero es necesario haber concebido el equilibrio y estar siempre dispuesto a cambiar de lado como la justicia, ‘esa fugitiva del campo de los vencedores’.” (Simone Weil)

Si alguien se ofendió, pido disculpas. Pero en esta cita está mi plataforma sobre todo lo inestable que hay que ser para los horrores que vienen.

Bueno, hay que seguir. Hay que desarmarse un poco. Hay que desenfierrarse un poco. Buen día, día, tengamos sueños modestos. Por ejemplo: que la continuidad (si el panorama pinta como pinta) baste para que el próximo sea un gobierno peronista, no un gobierno antikirchnerista. (Ni siquiera van a saber qué es exactamente eso.) Voto a Scioli. Lo dijimos hace taaaaaanto. Reconozcamos en Menem la virtud de captar talentos, hombres de estado. Entre Reutemann y Scioli paso mis ratos libres.

Apuntes: el candidato testimonial confirma el modo torpe y continuo del fin de los partidos. Los límites a que empuja la política. Como dijo Sidicaro: cuando gritaron que se Vayan Todos... sólo se fueron los partidos.

viernes, abril 17, 2009

Esta noche, a las 23hs., por Encuentro, el segundo capítulo de 25 años de todos, "Síganme", la primera presidencia de Menem. Dirige (mi "hermano") Sebastián Mignogna. Y es parte del ciclo en el que trabajé todos estos meses.

"Señor, matadme, si queréis... ¡Pero, Señor, no me matéis!"

Es posible pensar por un momento en lo que ese pibe tiene alrededor. Paredes. Una lamparita amarillenta. Un tubo de luz que relampaguea. Un balde con un fondo roñoso de agua no se sabe para qué. Un teléfono que por ahí suena y nadie atiende, y lo enfurece un poco. ¡Atiendan guachos! Es posible pensar por un momento, por ejemplo, que se mira las manos. Que no las ve con sangre. Es posible pensar que tiene la misma ropa de ese día. Es posible percibir el olor de la ropa sucia. Y el olor del cuerpo sucio. Es posible pensar que ese pibe está afónico porque por ahí se pasó la noche gritando: “soltame gato”, mientras no lo soltaban. Mientras le pegaban, y afuera los vecinos le pegaban a la policía que, como nunca, está indefensa. A veces uno está indefenso frente al propio monstruo que crea. Decía por ahí: “la gente es el lobo del hombre”, corregían que “la gente es el lobo del pueblo”. Eso es literatura clásica, fantástica. Es posible pensar en la mamá de ese chico, en la solidaridad cerrada, en la oscuridad. Es posible fantasear con el padre, con los hermanos, y con lo que aprendió. Ese pibe era un hombre antes de nacer. Ese pibe, dice Lanata, “ya está muerto”. Lanata sanata todo el tiempo, y dice mas. Lanata habla con la voz de mi conciencia, usa esa voz. Dice que al caníbal no hay que comerlo. Lanata Lanata Lanata dice que somos turistas de la violencia, y que los turistas, testigos del dolor ajeno, son los que piden pena de muerte. Lanata dice que las víctimas piden justicia. Nadie nunca quisiera estar tan solo como ese pibe de 14 años. Nadie nunca. Yo a los 14 era un pejerto. No existía. Miraba todavía de reojo los juguetes que había guardado en un baúl, porque me había jurado que cumplidos los 13 los abandonaba. ¿Por qué cumplí esa promesa? ¿Por qué no jugué mas? La adolescencia es horrible. Ese pibe tiene un arma en la mano aunque es una edad para tener la pija parada en la mano y no saber del todo qué hacer con ella. Lanata dice que la plata que falta en un hospital para una partida de medicamentos es la plata que costea viajes y giras oficiales. Cuando se abre un agujero negro, todos tiran para agrandarlo. Todos, hasta los sutiles. Un niño mató a un hombre. Un niño no, un menor. Un pibe. Ese pibe no pudo ser adoptado por una Angelina Jolie porque nuestros pobres son berretas, no estiran los brazos a un helicóptero de Unicef en una estepa arrasada, no son tan pobres, o, acá no War Is Over. Ni tenemos negros del Bronx. El Spike Lee de nuestros negros es Chiche. Gelblung, no Duhalde. No quisiera ser ni por un segundo ese pibe de 14. Es posible mirarle las zapatillas, las llantas, y ver en esa desproporción una fuerza. Yo veo en las llantas una fuerza, la tracción a sangre que no podrá ser representada. Es posible representarse la gorrita que no tiene puesta ahora, y los cordones que le sacaron y ahora cuelgan en algún lugar. En una ventana, por ejemplo, o enrollados en un cajón de un escritorio. Las tres tiras blancas de un pantalón goteadas por la sangre. ¿Qué pasa con esa ropa? ¿Qué queda ahí? Lugares donde las cosas no soñaron estar. Ese pibe tiene orgullo. Algún orgullo tiene. De dónde sale y cómo sería lo que pudiera frenar el mundo, frenar la velocidad de las cosas, y ponerle un límite al pibe, a su velocidad. ¿Hasta cuántos kilómetros por hora corre?. Ese pibe tuvo o tiene que tener un límite. No se sabe cuándo se subió a un tren que no para. No para el tren. No va a parar en nuestras estaciones progresistas, de la esperanza, del tren para todos. No lo va a parar un programa de empleo y capacitación, ni la beca escolar, ni la piña del padrastro a tiempo, ni el revés del oficial. No lo va a parar una lluvia de balas. No quiere saldar el problema del hambre. Nadie debe estar mas solo hoy que ese pibe que no sabe por qué en el fondo lo odian. Él debe tener explicaciones operativas de esa muerte, de ese crimen, que nadie querrá oír, ¿quién tiró antes? Yo quisiera saber, oírlas, que me de detalles, él debe saber por qué mató, todo asesino guarda un secreto. Los mas sensibles quieren oír sólo el violín de su infancia pobre. ¿Lo fue a visitar un cura? Otros quieren oír su grito pelado mientras le dan duro, con cable pelado. Nadie quisiera ser ese pibe, comiéndose verdugueadas, nadie quiere oír las razones que quizás tiene. Por ahí hubo un golpe en el auto, por ahí se asustó y tembló… y disparó. Por ahí un niño se sintió golpeado por un hombre. Y ese niño, en representación de todos los niños pobres y recontraviolados y todas sus ofensas desde que puso un pie en la tierra... y le disparó al hombre. Niño versus hombre. Pero no. El agujero negro pide también nuestra demagogia, una noche para leer en la paz del hogar El niño pobre, de Juan Ramón Jiménez. Nadie, ni siquiera una vaca a punto de entrar al matadero está tan sola como este pibe de 14, porque la vaca, a lo sumo, sabe que va a morir, el pibe no sabe que ya está muerto. Lo mató Lanata. Todo ensancha el agujero negro. La vida del hombre muerto a balazos. El pibe ya está muerto, dice el doctor Lanata. EL PIBE ESTÁ ARMADO. Le sacaron el arma pero sigue armado. No se puede desarmar el odio, dirán. Jodete por no jugar, ¿le dirán? Alguien le dio el arma. Alguien se la puso en la mano. ¿Alguien lo llevó a practicar tiro? La caminata larguísima, interminable, de la vida de ese pibe hasta ahí… hasta ese lugar, cada paso, cada paso en patas, en ojotas, en las llantas, corriendo, cada risa, están ahí, y se precipitan en el ritmo cardíaco, y dispara porque eso, eso, tiene que terminar rápido. No es una pregunta pertinente, ¿no?, pero si yo fuese juez, quizás, en el mas absoluto caos, comenzaría por esto: ¿conocés el mar? Diría que es un lapsus después, para justificarme. Diría que me vi a mi mismo cuando lo pusieron delante de mis ojos, me vi volver tambaleante con el balde lleno de agua y almejas, me vi a mi mismo en el muelle de La Lucila, mirando un cazón saltar en un balde rojo lleno de agua. Ese pibe está solo. Estuvo solo. Fue un hombre solo adentro del cuerpo de un niño. Fue un niño perdido en el cuerpo inmenso de un hombre que no conoce el mar. Es un menor, no es un niño. Fueron las llantas, altas, las que lo estiraron. Una 9 mm. Ocurrió un crimen. Alguien tiene que pagar. El pibe está armado. No es joda. No sé por qué, no sé por qué, pienso en Floreal Avellaneda. Quiero pensar en Floreal Avellaneda. Quisiera que haya mucha mas memoria por Floreal Avellaneda. Si la escena corriera en cámara lenta, los bien intencionados arrastrarían a su primera maestra hasta la escena, y le pedirían a ella que le diga que, que le ruegue que, que le grite que… no, no, no, que no dispare, ¡no disparés pendejo de mierda! Pero el terrible infante hijo de re mil puta capaz dispara igual, ¿no? Y hasta capaz dispara con mas saña cuando la ve venir a la maestra. Pero si Lanata ve que la plata del hospital indefectiblemente se la roban en un avión oficial a Tahití, por qué el pibe no ve que el auto del hombre es también un robo indefectible de los remedios que su familia no tuvo, de los viajes que no hizo. Devolveme el auto. Lo que acá hay, falta allá. Lo que hay allá, falta acá. Saltan los platos del equilibrio. Estallan algunos platos. Yo no sé lo que Lanata quiere decir, pero lo que Lanata quiere decir es que al pibe que mató a Capristo lo mataron antes. Y lo mataron con el dinero oficial. Lo mató el ministro sigiloso que, custodiado, cruza la ciudad, sube a la autopista, se pierde en la noche neblinosa y protegida. Lanata cree que el poder es uno solo y está de un solo lado. Lanata cuida a la gente del muerto-vivo que los políticos visten de lobo: ese pibe de 14 que tiene un arma en la mano. Lanata, como muchos de nosotros, sufre de un mal de estos días: no sabe dónde poner al pibe de 14. Porque al cuerpo de Capristo ya sabemos dónde ponerlo. Pero al pibe no. Y habría que gritar eso: ¿dónde lo pongo? Por ahí, detrás de cámara, lejos, hay un velatorio también. Y lo están velando al pibe a cajón cerrado. Por un rato nomás. ¿Nadie sabe su nombre? Se llama 14.

jueves, abril 16, 2009

Pregunta

Por ejemplo, ¿no?, este mismo Rampoldi (Rampoldi, afiliado a la CNU -Concentración Nacional Universitaria, organización universitaria de extrema derecha- se desempeñaba en un cargo administrativo de la oficina de personal de Astarsa, a lo que sumó luego su papel como asesor letrado del SOIN (sindicato de navales, de tendencia burocrática), para terminar participando en la intervención al sindicato. En los juicios llevados adelante en Italia respecto a desapariciones en Argentina durante la última dictadura militar se lo implicó como uno de los responsables de la desaparición y el asesinato de dos trabajadores de Astarsa, Martino Mastinú, llamado “el Tano” por sus compañeros, y su cuñado Mario Marras, al que le decían “el Tanito”.), ¿es este mismo Rampoldi?


Parafraseando al kirchnerista gusano Eduardo Feinmann: nadie resiste un googleo...
...



(Recomiendo: Mi testimonio, de Alejandro A. Lanusse. El fin de semana posteo por qué. Y.)

martes, abril 14, 2009

Eso que se educa fuera de la escuela, es lo que nosotros no hemos educado. (E.M.E.)


Bajo el influjo de este inmejorable post de mi amigo Alejandro, intuyo que hay algo sobre el binomio CTA – CGT que podría ser profundizado.

Al menos echar un vistazo sobre los soportes sociales y simbólicos de cada central. Pero, antes que nada, sobre la distribución del ingreso. Concepto mas amable que la parca "equidad" de los años '90.

Vamos a pensar en dos modos en los que aparece la cuestión distributiva.

Una, es la muletilla de raíz “centro-progresista”, la que dice que no se puede distribuir lo que no se produce, lo que no se tiene. Es decir, y creo que esto lo leí en uno de los blogs de consumo diario: primero se produce, y después, en algún momento muy preciso y puntual, se comenzará a distribuir. Bien, es un argumento racional y didáctico para ponerle coto al asunto. ¿Qué tiene de progresista esto? Por lo menos que no niega la distribución. No es poco. Proyecta un horizonte de justicia social que, como dicen siempre (y trilladamente) del horizonte y la utopía, retrocede frente a nuestros pasos. Países como el nuestro siempre hallarán (dentro o fuera) razones para que ése momento generoso no llegue nunca.

Después está esa otra forma de nombrar la distribución, inscripta en la prédica de la Coalición Cívica sobre todo, que incluye al ítem “Distribución del ingreso” junto al de República, y que, colocado en la vitrina de cristal de sus ideas irrenunciables e indiscutibles, se traduce en un objeto ("Ingreso universal"), es decir, en un debate ya saldado en términos nada inocentes acerca de cómo es que se HACE esa distribución. El qué y el cómo, acá, son lo mismo. Veamos por qué (anticipando que: estamos de acuerdo con el ingreso universal).

Está discutida, sobre todo, y de manera inapelable, la vía de esa distribución, que será el ingreso universal a la niñez, etc. No importa de dónde saldrá la plata, ya que no está en su vitrina ninguna reforma tributaria (o sí: siempre que pueden se dice con cierta imprecisión que quieren bajar las retenciones). Uno podría decir: distribución no es igual a una desfinanciación del estado, no es menos estado, no es menor recaudación. Por lo tanto, una política universal, es un gasto del Estado, un gasto público, aunque su concreción no impacte tanto. Bien. Pero lo que aquí aparece es la distribución como una-sola-cosa-que-hay-que-hacer-y-que-no-de-discute-mas: distribuir es universalizar. Una cosa es la otra, una cosa es sólo la otra. Y ahí, en ese punto en que una palabra se funde a la otra, en el anudamiento del consenso, aparecen mis dudas.

Luego de años de políticas focalizadas (sin foco ni política) impulsadas desde el 2002, que sólo sufrieron una metamorfosis discursiva (pasaron de sus justificaciones tecnocráticas al lenguaje cumpa) y que fracasaron con sus resultados relativos, marginales, "largoplacistas", ya está el ingreso universal en la placenta del sentido común. Hasta López Murphy lo cita. Y nadie que hoy haga política se le escapará esa cita que... mata dos pájaros de un tiro: quien lo haga contará con un aval social impresionante, y quien lo haga sentirá el placer y la zozobra de hacer el bien sin sentir que para ello afecte los bolsillos de nadie.

Este también es un discurso progresista. Y lo es aún mas porque no sólo introduce la distribución sino que dota un instrumento para esa distribución, que ya ha alcanzado un umbral de consenso absoluto. Eso es también progresista: el consenso. Pero en este caso, en el cenit del discurso de la Coalición, se aprecia cierta incertidumbre frente al “mecanismo natural de distribución capitalista”, o sea, frente a las negociaciones salariales donde pulsea el capital y el trabajo. Todo se reduce a un discurso anti-sindical, cuya raíz progresista implantaron en el '83, cuando se habló del pacto sindical-militar.

Lavagna, mentor del centro-progresismo (y un gran hombre de esta país, quizás no un gran político), es un hombre del peronismo habituado a encontrarle a la demanda salarial esta respuesta sencilla y brutal de que “todavía falta, muchachos, hay que producir mas”, que citamos al principio. Hay en el fondo de ese discurso, una enérgica tradición oral: “¡vayan a laburar!”. Pero este discurso supone una escena natural: distribuir es una pulseada real entre los que producen. El nuevo consenso universalista de distribución abstrae la distribución, coloca su instrumento por encima de las relaciones sociales y productivas. Podríamos decir, ya que no desdeñamos esto, sí que estamos hablando de dos cosas distintas. Ya que cualquier "acreedor" de un ingreso también es capaz de organizarse y de sindicalizarse.

En virtud de esto, poner a la distribución como sinónimo del ingreso universal es, en el fondo también, un gatopardismo relativo, ya que bajo el ingreso universal hay una operación de lenguaje político: esta automática relación y adhesión entre un concepto y el otro, borronea el rol de otras intermediaciones sociales efectivas, necesarias, y ni siquiera contradictorias con ésta, que también ponen en juego la distribución. Hablo, primordialmente, de los sindicatos.

Y allí, en este punto, es que pienso en qué significa una central y qué significa la otra.

El movimiento kirchnerista ha mejorado al país en muchas cosas. Una de ellas es en el empleo. Sobre esto no hay dudas, mas allá de que se mida el impacto de la crisis. Y es en esa perspectiva en donde una de las centrales, la primera y objetivamente mas importante, la CGT, aparece ligada en la flexibilidad de sus demandas, a una central que pondera el resultado según la cantidad de empleo. A la CGT le interesa tener la mayor cantidad de afiliados, y, en segundo término, las mejores condiciones para esos trabajadores. La CTA sería, tomando esto, una central mas ligada a la lucha por la calidad del empleo. Cada reunión del Consejo del Salario sirve como ejemplo que confirma esto. La CGT, corporativamente, es capaz de integrar un proyecto cuyo beneficio de clase es el de ampliar la masa de asalariados. ¿No hay condiciones de alianza de clases que atiendan exclusivamente la calidad del empleo? ¿Este sería el nudo de la CTA?

Las dos centrales tienen culturas políticas diferentes. La CGT sigue siendo hija, a pesar de todo, de un hecho maldito que nutre su poder: el lugar que pensó Perón para la clase obrera, la columna vertebral. Dicho mal y pronto: sólo a condición de mutilar el clasismo de su conciencia es que se construyó un movimiento obrero tan poderoso, y del que aún sobreviven intensas esquirlas. Mi tesis es que ésa es la clave: el peronismo dotó a su programa reformista de un fervor y una energía verdaderamente revolucionaria, desde una visión indisolublemente nacional. Eso lo volvió difícil de sofocar. Y esta CGT, a pesar de todo, es heredera de esa historia. La CTA, en cambio, tiene un sesgo clasista y principista, heredero de la tradición de la CGTA. Es decir: democracia, bases, constituyentes… Y está integrada en su mayoría por estatales. La otra central, que hace pie en lo que hay de las ramas productivas, transpira la camiseta y tiene una visión nacional muy precisa en cuanto a cuáles son las fuerzas reales con las que construir un proyecto posible.

Quienes acusan o desprecian a la dirigencia gremial cegetísta, no queda claro qué tipo de sindicalismo proponen, mas allá de los atributos morales y de las transparencias legítimas que se reclaman (bandera que no se puede ceder siempre como reivindicación gestual frente al "orden blanco"). No solamente uno se podría preguntar cuáles son las condiciones de un gobierno para gozar con la plena confianza política de la CTA, sino también, y sobre todo, cómo tendría que ser la CTA para poder precipitar un gobierno propio o aliado en la emergencia de la democracia burguesa.

La relectura del debate Tosco – Rucci puede ser un ejercicio agridulce: ¿quién tenía razón si lo miramos a los ojos a ese debate? ¿Rucci? ¿Tosco? ¿Sofovich? La CTA es un deriva sin destino, que no dejará de existir, que –al menos de mi parte- no debería dejar de existir, pero es una referencia política con sutiles afinidades continentales y una tremenda negación a discutir una coyuntura concreta fuera de los términos en los que se obliga a pensar la política desde el 2001 para acá. La vaga pulsión extorsiva de Lilita es la zancadilla que pone la moral a uno mismo. Como dice Fogwill: la moral es lo que uno se hace a sí mismo. Hasta que la CTA no desande su obrerismo no podrá cambiar su suerte. Reúnen una constituyente para discutir el hambre sin discutir coyuntura política concreta, electoral. ¿Cómo se hace?

La imagen forzada que me representa un obrero calificado, un cartonero, una maestra, el celador de una escuela técnica, el ferretero, y las miles de flores silvestres de los jardines de Quilmes, cobrando puntualmente su subsidio universal por hijo, es la de un universo amplio que asciende un escalón mas y que mejora las condiciones en las que otras luchas distributivas se seguirán desarrollando a lo largo y ancho de un país asediado como éste. Un ingreso universal es un mejor punto de partida, una forma en la que el Estado se ofrece como ejemplo de sacrificio, y no es un punto de llegada. El ingreso universal como continuidad de la lucha distributiva, un boxes estatal magnífico en la carrera a la que el capitalismo nos prepara: la de luchar por ganar mas.

¿Y qué ofrece cada uno (qué se ofrece cada uno a sí mismo) para ganar mas en esta noche, en este mundo? Por eso decimos: dime dónde está el conflicto y te diré quién eres.

sábado, abril 11, 2009

Y... no suena nada lindo. No. Yo no sé si fue el largo adiós al viejo A., pero hay olor a flores muertas por todos lados.

viernes, abril 10, 2009

Deshonestidad Intelectual

Manolo parece nacido para el blog.

Porque quienes no lo conocimos antes, ni ahora demasiado, y sólo lo leemos, podríamos pensar que Manolo no era un escritor antes del blog, ni siquiera que ahora le interesa serlo. Pero un escritor, quizás lo es por compulsión (lo es a pesar de sí mismo).

Alguien que quiso decir algo y, de golpe, se topó "con sus modos de decir". Eso que empieza como tela de araña, que desespera, y que se vuelve un estilo. Manolo tiene estilo. Parece un antiguo escritor de documentos políticos anónimos, y a la vez, un notable artesano global del blog por el que converge esta política contemporánea.

En Manolo se distingue una marca que confirma uno de los estilos mas personales de la blogósfera: el uso abusivo de mayúsculas sobre palabras que... tal vez no lo merecen, pero que denotan su involuntaria influencia Romántica (en un espíritu desesperado por las razones).

Claro que no dice Amor, Soledad, Muerte, Misterio... dice: "Cuando se pierde la Compenetración, mutua lealtad, ya no hay Confianza Política; y eso implica que serán rechazados aunque tengan razón."

Otro, es su apego a cifrar el modus operandi de lo que llama PB, Conurbano. El blog de Manolo tiene un poquitito de pólvora. Manolo no cree que lo que "aclara osurece", cree que lo que aclara destiñe, y con eso arma un aparato. Eso es su blog: un aparato, una continua velocidad de análisis político que puede terminar saltando por el aire, junto a su objeto.

Para Manolo el mejor peronismo no es jacobino, sino mazorquero. Poder vicioso de fronteras de las que no se vuelve. ¿Y qué es una frontera? Es un límite que no se mueve mas.

Manolo parece un romántico desconfiado de todo lo que puede sesgar la vitalidad oscura del peronismo.

Pero Manolo escribe el blog (quizás el mejor blog) de un cookista silvestre, en un punto, el de alguien como aquel que conectó el aparato con el mundo, que oía, desde su vieja spika, el viento mundial.

Y allí talla su tesis (a la que yo llamaría tesis menemista de liberación nacional): "La Territorialidad se convirtió en el eje de cualquier construcción para ganar las elecciones, tenemos una municipalización suplantando a la nacionalización./ Si se concreta, no importa quién gane a nivel nacional, los armados del 2011 se harán de abajo hacia arriba./ El viejo Aguará de Mariano Grondona ya lo venía olfateando, es por eso que bajo al Canal 26 y el cable; abandonando la TV abierta./ Vuelvo a repetir lo que dije en La Blogera, me parece difícil que un Orgánico como MG no tenga auspiciantes o dinero como para “comprar” un espacio en TN./ Cambio su target concientemente, sabe que sus fieles lo seguirán a cualquier medio al que vaya./ Como ex Cursillista esta en “Misión”, intenta evangelizar a los paganos que son tributarios del canal de Pierri; que suele cubrir no solo el 2º y 3º cordón del GBA, sino también sus equivalentes de las conurbaciones del interior."

miércoles, abril 08, 2009

Los años 90

Banco mucho esta decisión oficial de disputar a Alfonsín. Recomiendo la emisión de este viernes en el 7 de los momentos menos descremados de Alfonsín. Voy a escribir medio en fanfa, pero me tocó trabajar (junto al director Sebastián Mignogna) una pesada carga: narrar los 25 años de democracia. Primero de un saque, y luego, repasando las presidencias una por una, que se irán emitiendo durante abril (ya avisaré). Entrevistamos a medio mundo, dentro de nuestras posibilidades, en un marco de "amplitud y tolerancia", utilizando (o tratando de), en muchos casos, frente a aquellas cosas que uno cree que deben ser dichas, "la fuerza del otro"; porque nadie pensó que esto se hacía desde la nada, desde la neutralidad, o desde una playa seca, sino que había que elegir un punto de vista que saciara la sed inmediata y espiar apenitas el andamiaje de la posteridad. Un saldo posible de las entrevistas, y de la experiencia con el guionista Federico Scigliano, es que a todos les gusta, les es mas fácil, se encuentran con una bella imagen de sí mismos, a la hora de relatar y de pensar los años '80. Como si todo lo que había quedado ahí pendiente, en puntos suspensivos, aún esperara una respuesta... Y como si, a la vez, fuese una época capaz ahora de ser interrogada obteniendo respuestas para el presente. Hacer una autopsia de esos años con la productividad directa de que sus hilos están ahí, están acá, no es como revolver huesos en un descampado, son colas de lombrices moviéndose en la tierra aún. Pero sí, los '80 generan preguntas, creo yo, y sobre todo, a partir de una primera pregunta que es madre de todas las otras: ¿qué cosas de esa década permiten explicar a la década del '90? ¿Qué claves nos arroja el prólogo utópico de esa realidad posterior demonizada? Rinesi diría que la continuidad del anti-estatalismo político, migrado a lo económico. Muchas veces a mí me ronda la idea de preguntar sobre el peronismo, sobre qué tipo de peronismo y alrededor de qué se iba a ordenar ese peronismo durante la consolidación del orden democrático. ¿Cuál fue el proceso del peronismo de esos años? Una pregunta posible, una pregunta que -incluso- merecería mejores reformulaciones, podría ser ¿cuál era el sujeto posible de esos años?, o, ¿podía el alfonsinismo en su momento mas mesiánico (vía ley Mucci, o cualquier otro instrumento) hacer un movimiento popular? Uno puede comprender que la estructura de esos años permitía una figura como la de Ubaldini, rearmando los pedazos combativos y colaboracionistas, alrededor de la demanda a un Estado recuperado, y en descomposición. Una escena básica y binaria: el peronismo haciéndose cargo de los pobres, el radicalismo de la ley. Otra pregunta posible, pero injustamente separada de su situación, podría ser sobre la "justicia" de los 13 paros generales de la CGT. ¿Cómo procesar bajo las formas y reglamentos democráticos las deudas que la dictadura había dejado en estado de ebullición? Y para colmo hacerlo con el telón de fondo de una sociedad marcada a fuego que rechazaba esos reordenamientos, esos saltos, los límites difusos que se alcanzaban, los peligros y acechanzas que "la política" precipitaba. Con la híper, con ese demonio infinito de la inflación, estallaron, creo, no sólo los pedazos del sueño radical de hacer de cuenta que no todo estaba perdido, sino la misma idea de un sistema político, de mediaciones del escenario público y reglamentado en el que los conflictos podían dirimirse, y estallaba, sobre todo, la idea de que en los términos de esos años ALGUIEN ERA CAPAZ DE TENER UN PROYECTO. Mi idea es que no, es que tuvo que venir alguien a caballo de la restauración popular, a poner a la sociedad en los términos históricos en que había quedado. La década del '90 puede ser una negación de todo aquello también, una década heredera de la fractura entre lo formal y lo real que los radicales dejaron al desnudo... y, me atrevería a decir, imaginando incluso los "honores" frente a la muerte de Menem, una década y un personaje al que, por razones confusamente contrarias, también se le debería la fortaleza posible de la política y de las instituciones con las que hoy vivimos. Menem, sórdido y maldito, clava la democracia: había que solidificar la política sobre el poder real. Porque yo quiero armar mi propio Alfonsín, sí, pero como ejercicio político hoy es necesario ponerse a debatir los años '90, y sin la obediencia debida de aclarar cada dos minutos que hablamos del menemato. No, hablamos de los años del consenso.

lunes, abril 06, 2009

Me escribe un amigo

y compañero a raíz de la-nota-del-domingo.

Sebastián Vázquez dijo:

Alguien que cómodamente en el sillón de su casa termina de leer esta nota, puede suponer que afuera, lejos pero no tanto, hay mujeres, madres, que apenas saben contar, y que hacen los números para, con picardía, sacarle al Estado ese “subsidio a la superfertilidad”. “Hecho el subsidio, hecho el formato familiar”. Nada que decir, ¿no?

Lo cierto es que la pensión para madres con 7 o más hijos nacidos vivos, no es un subsidio, entregado por un Estado con capacidades diferentes que premia la proliferación de hijos en los sectores más vulnerables, sino una línea de intervención estatal consagrada por ley, que rige hace ya muchos años. La razón por la cual la cantidad de beneficiarios (o “sujetos de derecho” como corrige con celo por la corrección política, la ministra de Desarrollo Social) aumentó de forma tan asombrosa en los últimos años, no es porque se haya corrido la bola y las madres se pusieron “manos a la obra”, sino que se cambió, desde el 2003, el criterio de asignación. Hasta ese año funcionaba un criterio de “presupuesto fijo” y de “altas por bajas”; es decir, para que exista un nuevo beneficiario, tenía que haber alguien que dejara de percibirlo (generalmente por muerte). Actualmente se maneja un criterio en donde no existe límite presupuestario y se le otorga el beneficio (que corresponde por LEY NACIONAL) a cualquier persona que cumpla con los requisitos, con el aumento de partidas presupuestaria que sea necesario a medida que el padrón aumenta.

Los supuestos, la ideología, la forma de entender la política, el país, la pobreza, etc., que pueden leerse en esta nota no pertenecen a un periodista intolerante, prejuicioso; son ideas que circulan en sectores bastante numerosos de la sociedad. Son ideas que sostienen personas influyentes, que manejan diarios, medios de comunicación, instituciones. Y son ideas que trascienden la concepción de la pobreza o del Estado, o de las políticas públicas, y que en esta nota se ven nítidamente, en su espíritu. En fin, mi miedo como joven, militante, peronista que banca a este gobierno no es el “poskirchnerismo” o los porcentajes necesarios para vender como victorioso el invierno de este año. El problema es como lo decía la Barcelona hace ya más de un año, algo asi como “con la mejora de la situación económica la clase media recupera sus niveles históricos de racismo”.

Nuestro problema es que nos vamos quedando sin armas para dar la pelea con los que leen Clarín y repiten, con los que secretamente le creen, con los que van más allá. Cada vez los que bancan a este gobierno se vuelven más fundamentalistas; y los que no lo soportan también. Lo que hace que este tema sea complejo es que los últimos hablan un idioma pre-político, y los primeros un léxico que cada vez se separa más de la lengua cotidiana.

Lo que me preocupa es que hayamos perdido la iniciativa política de cambiar el eje. Que al habernos acostumbrado a la atomización, a la diáspora, solo nos podamos juntar cuando alguien nos dice que hay que salir a “bancar”. Y, sobre todo, me duele que la primera vez que muchísima gente se entera que se aumentan los presupuestos para garantizar derechos de un sector social en extrema vulnerabilidad, sea a partir de esta nota.

domingo, abril 05, 2009

Aparta de mi este cáliz

¿No hay algo canalla en una nota así? El cura dice: "... tienen más hijos porque pueden recibir mejor subsidio que si no los tienen, cuando la apuesta debería ser a la educación." Yo le preguntaría al cura de qué tipo de educación habla. La iglesia tiene un discurso fuerte sobre la pobreza, siempre lo tuvo. Y cualquiera que ha conocido curas de todo pelaje, a veces, podría encontrar que hay un resto en el discurso que da cuenta de una Iglesia, una presencia, "eterna" en la larga marcha de los pobres del mundo, y, a la vez, como un sobresalto en sus palabras, como si todo el tiempo hubiese una producción de pobreza, pero espontánea, que los tiene alertas, indignados, ¡ajenos!

Esta madrugada encontré en la Televisión Española un debate en el programa 59 segundos alrededor del saldo de la dictadura franquista. Dos cosas: 1) qué país de la reconcha de tu madre patria tenemos cuando uno escucha los términos en los que la transición fue negociada allá, en el 1er mundo (hablaban de robos de identidades de niños, de desaparecidos, de presos políticos, de torturas, etc.); 2) el único tipo al que pusieron a hablar del otro lado, o sea, del lado aparentemente franquista, era un cura que pretendía montar la escena del debate sobre una guerra que terminó hace 70 años, y de un perdón genérico del que se sentía virtual portador, etc., pero cuando la mesa reclamaba cosas que habían ocurrido 30 y pico años atrás, ni mú... O sea: el cura hacía un salto sobre 40 años de dictadura que tuvieron su soporte clerical. Uno de la mesa sugirió que la Iglesia española le debía un perdón a las miles de familias víctimas del franquismo YA ganador, y el cura - "preparado"- les leyó un texto de 1991 en el que la Iglesia "otorgaba un perdón divino a todos". El cura terminó contra las cuerdas, y a pesar de vagos intentos por recordar a las otras víctimas (en la mesa fueron tajantes: a sus familias se las compensó hasta con empleo público), terminó reconociendo de manera personal que está de acuerdo con las exhumaciones en las fosas comunes. Bajito, uno le insinuó: "no tendría que aclararlo, padre".

El colmo del balance semanal es el repaso en Clarín de dos momentos claves de la vida de Alfonsín: su negociación con los carapintadas (de la que no hay mayores precisiones) y la entrevista Alfonsín-Santucho, cuya razón gandhiana era solicitarle al jefe del ERP que abandone las armas, así, como si nada. Según la crónica, la entrevista se hizo una semana antes de que desaparezca (el episodio de Villa Martelli). No encontré la nota para linkearla, pero me sorprenden varias cosas: 1) no se da cuenta de ningún modo de las condiciones de un encuentro así (o sea, uno de los tipos mas buscados del país a los que Alfonsín accede por arte de magia); 2) la "razón" pacifista de la reunión (mas allá de todo, ¿cuáles eran las condiciones de un desarme guerrillero?); 3) lo que es obvio: ninguna mención a cuáles eran los posibles "juegos" políticos de quien lideraba a la izquierda radical; 4) se dice el objetivo alfonsinista de la reunión, ¿y el objetivo del otro? La foto de los almuerzos de Alfonsín (que circularon estos días), con su amigo Albano, mas que caer en el molde colaboracionista, moldes con los que les gusta pensar a muchos, creo, refleja no sólo las zonas grises de una época, sino el nivel de articulación política de un hombre que iba a ser el heredero del proceso. No el heredero en los términos de continuidad voluntaria, el continuador de un proyecto, sino la herencia inteligente, conciente y a la vez afortunada, de quien cosechó e hizo política de un modo y con herramientas muchos mas sutiles que la llana "persuasión" campera con que nos pretenden vender el buzón de quien acaba de morir.

La muerte de Alfonsín tuvo un poquito de esto: desató las ganas tremendas de hablar de otra cosa, en un país que viene hace ya mas de un año dominado por la agenda agraria, tan importante como excluyente. Y, para males, entre el rechazo a la 125 y hoy se desarrolló la mejor agenda de gobierno posible que... pasó desapercibida. La discusión sobre la ley de Servicios Audiovisuales, el debate, pareció una táctica para hacer retroceder al mayor soporte "gremial" de los sojeros, pero terminó siendo una realidad estratégica. Y sí, es así, abramos la cancha.

(Niños del mundo,
si cae España
digo, es un decir
si cae...)

viernes, abril 03, 2009

25 años de todos

Hoy se "estrena" el segundo capítulo del ciclo 25 años de todos dirigido por Sebastián Mignogna, dedicado exclusivamente a repasar la presidencia de Raúl Alfonsín. Estaba previsto para esta fecha, y el azar quiso reforzar su lanzamiento. Por lo tanto hoy a las 23:00 hs. se emite por canal Encuentro (y el domingo repite a las 22:30) el capítulo Ahora Alfonsín

jueves, abril 02, 2009

Kirchnerismo, alfonsinismo posible de la República encontrada


(Hoy pensé todo el día en Bernardo Grinspun. El último político en la economía.)

Como dice el criador, Alfonsín fue un presidente de rienda corta. Hay que soportar la visión pasteurizada del recorte de hoy. Se podría agregar el video en el que improvisa frente a Reagan para completar la escena que creemos necesaria en su recuerdo. Alfonsinismo: sandinismo liberal. ¿Cómo era estar a la izquierda de la sociedad en 1983 y cómo lo es desde el 2003 para acá? En política exterior, en política económica, o en Derechos Humanos, podría pensarse que el alfonsinismo estuvo a la derecha del kirchnerismo, en un contexto mundial que también estuvo a la derecha del contexto del kirchnerismo. No había ni socialdemocracia latinoamericana, ni vanguardia bolivariana. Había, sí, restos de guerrilla urbana y rural, con las lamparitas de luz casi quemadas, pero con poder de fuego, y restos gruesos de paraestatalismo con dinero fresco de la administración Reagan, desparramado en focos intensos del continente... y un mundo bipolar. Alfonsín viajó a Cuba en 1987, y de esa relación de la que el viaje es producto, sacó provecho político para, según dicen, según cuentan, tener influencia sobre los restos izquierdistas del Cono Sur, para influir frente a la posibilidad de construir una salida democrática. Caso Chile. Acá, siempre fuimos fieles a la idea de que el kirchnerismo recogía y adaptaba los puntos suspensivos del alfonsinismo, con la prepotencia de trabajo peronista y una vocación de poder menos señorial. La imagen combativa de Alfonsín en la sociedad rural, en el post de abajo, sirve para desarmar un poco lo que envuelve su entierro: una lluvia de ceniza de no se sabe dónde, que supone un Alfonsín de ética gandhiana, el hombre que al final de su vida le besa el anillo a un cura. Hay un debate pendiente que tiró Graciela Fernández Meijide amparada en el mismo lugar de legitimidad que, por ejemplo, Hebe de Bonafini, en relación a qué significó defender los Derechos Humanos, en el mismo momento en que se estaban violando, cuando eso no acarreaba un inmediato rédito político y sin ser familiar directo de ninguna víctima. No estoy agregando nada a los términos de Graciela. Ese dedo en la llaga es un disparo certero sobre uno de los focos en los que las políticas alfonsinistas centraron sus mayores ilusiones y decepciones. Yo, hoy, digo que toda revisión crítica e inteligente que se haga del alfonsinismo, que se las merece, y sin ser radical, se debe hacer bajo un imperativo político: no discutir ni mencionar las llamadas "leyes del perdón". Aún hoy podríamos hablar de los "límites operativos" del proceso jurídico, que no pueden construir una justicia total. Si Alfonsín fue el padre de la democracia, no fue su dueño. Y la madurez que se alcanzó para la continuidad de los juicios sobre la represión estatal tiene una inscripción indeleble en la decisión concreta de abrir el tema (de lo que el peronismo no estaba convencido): eso fue Alfonsín, un presidente que no quiso dejar de hablar ni de tocar nada, amén del "error" de haber migrado toda-conflictividad-social a la dialéctica de la democracia y el autoritarismo, con toda la forzosa síntesis que ello implica. El disyuntor, como dijo Mario Wainfeld. La prosa boba de Cobos no puede tapar el bosque. Lo que hay que pensar hoy, lo que hay que decir, es que no se puede volver al alfonsinismo. Es un capítulo cerrado. Lo peor de los homenajes es lo de creer que no fue su "obra" una obra incompleta, que no supo completar. Porque entonces la democracia alfonsinista significa volver para atrás, retroceder sobre muchas de las cosas que se profundizaron ya. Esa es la discusión, no "lo eterno" de su legado, sino su continuidad. También palpó los límites de lo que significó democratizar. ¿Quién y en qué dirección se retoma? Y, a la vez, ¿qué cosas de la política hoy deberían reintroducirse del magma alfonsinista? La sensación de estos días es que hay "algo" del alfonsinismo que la política ha perdido. Que todos han perdido. Bueno, hasta acá llegamos.

Che... ¿qué pasó en la última reunión de la mesa de enlace con Giorgi?
Diálogo y consenso.